Desde hace siglos, no se sabe muy bien cuántos, dos hombres de un pueblo de la ribera de Fiscal, en el Altoaragón, llamado Albella, realizaban la increíble gesta de acudir a través de sierras y valles, descalzos, en silencio, en hábitos pobres y sin apenas probar bocado, a pedir la necesaria lluvia, en momentos de fuerte sequía, a un santo muy particular.
Ese santo era y es, junto a Santa Orosia, el santo más vinculado a la naturaleza y con un más claro sustrato pre-cristiano que se venera en la montaña oscense; es el santo más vinculado a la esencia montañesa, ganadera y pastoril. Su nombre es San Úrbez, “el Sol de la Montaña”.
El camino que hacían estos romeros de Albella, tanto al santuario de Nocito (en pleno Parque de la Sierra y Cañones de Guara), como a la cueva-ermita de Sastral (en pleno Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido), es un itinerario de más de sesenta kilómetros absolutamente maravilloso, rodeado de una naturaleza cambiante y abrumadora y de historia que permanecen empapadas de una tradición oral que nos remonta a la cosmovisión de nuestros ancestros.
Este camino, auténtico camino de Santiago de nuestro Altoaragón, merecía mejor final que hundirse en el olvido. De ahí que los autores, metro a metro, lo hayan investigado, contrastado, averiguado, y, tras años de trabajo, por fin expuesto en la obra que el lector tiene en sus manos.
Este libro habla, en fin, de ese santo pastor, de esos romeros de esa creencia, y de ese camino.