En
esta ocasión nos dirigimos a Ayera para llegar a esta población
tomamos la N 240, cogemos el desvío hacia Loporzano, antes de llegar
a esta población giramos dirección Bandalies, pocos metros
después hay un desvío hacia la izquierda que nos lleva hasta
Ayera. Le preguntamos a un vecino por la Piedra de los Moros y muy amablemente
nos orienta por el camino a seguir así como su situación,
tomamos el camino rural que une con la carretera de Vadiello y pasado
un pequeño barranco allí nos encontramos con la Piedra de
los Moros.
Historia:
Mucho antes de haberse formado las comunidades neolíticas el hombre
prehistórico ya había divinizado la piedra y descubierto
el uso del sílex en el territorio que hoy conocemos como Altoaragón.
Es precisamente en este territorio donde se conserva un culto a la piedra
único en
el mundo, aunque su práctica debió de estar extendida. Se
trata de una serie de piedras que emergen de la tierra y actúan
como meros condensadores de las fuerzas telúricas que polarizan
la tierra, y que fueron manipuladas por la mano del hombre en la noche
de los tiempos para convertirlas en templos sagrados a la fecundidad,
plasmando en ella sus conocimientos ginecológicos.
A ella acudían las mujeres estériles para tornarse fecundas,
al igual que los hombres con problema, por ello, desde tiempos antiguos
la Iglesia fue mortal enemiga de estas costumbres que tachó como
“supersticiones” y en el Concilio celebrado en Zaragoza el
año 380 fulminaron estas prácticas y culto con severas censuras,
pero el hombre aragonés siguió dándoles culto en
una reacción primigenia ante aquello que le había dado la
fecundidad. Los relatos sobre su origen nos llevan a tiempos ancestrales,
pero el uso, al mismo ayer.
Morfológicamente
se trata de una mole pétrea que emerge en al tierra llana entre
los términos de Ayera y Castilsabás, rodeada de un bosque
encinar que a través de los siglos ha sido muy mermado.
La roca está manipulada de forma inusual y comenzando por levante
nos encontramos ante un gran falo perfectamente esculpido de una altura
aproximada de cuatro metros. Sigue a poniente un espolón pétreo
vaciado en su interior, con una gran cavidad rematada en la cabecera por
otra más pequeña. En su cara norte, cerca del falo, existe
una pequeña oquedad que permite la estancia de una persona en cuclillas.
Restan a los lados dos salientes que posiblemente sirvieron para cubrir
el hueco.
La piedra, en esta parte, forma en su vaciado interior un par de paredes
que se interrumpen con el acceso que conduce a la última prolongación.
Esta mole occidental tiene para su ingreso unos escalones rebajados, silleros
a los lados, mostrando arriba en superficie varias bocas de silos que
se comunican en su interior por orificios que fueron practicados en las
finas paredes a pico, este fue debido a un uso posterior como cías
para el grano que recibía aquí la fuerza para germinar y
dar buenas cosechas después. En la zona de levante y junto a una
especie de fosa, pueden encontrarse las huellas que, según una
leyenda muy conocida en la Hoya de Huesca, dejara una reina mora en su
salto, compuesta por la impronta de un pie normal de mujer y otra huella
informe al lado. El abandono, unido a las leyendas, desencadenadas para
apartar a las personas de su culto y práctica, además de
la erosión, han provocado en la cara sur la fractura del cantil,
perdiéndose bastante superficie horadada y que estuvo dedicada
a cías.
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