S A N - C O S M E AÑO 2.011
 
 
 


 
 

En la romería a San Cosme del 2.011 varios vecinos subimos andando desde Coscullano. Durante el camino se puede disfrutar de bellas vistas, como telón de fondo la sierra Guara.

 
 
 
 


 
 
Para ir desde Coscullano se toma la pista que parte en la salida norte del pueblo, pasando por la balsa nueva, la paridera, hasta que llegamos al esconjuradero de la Cruz Blanca.
 
 
 
 
 
 
 
Seguimos dirección norte por una pista que transita entre un frondoso pinar. Vistas de los mallos de Liguerre y el Borón. Observamos un cambio de vegetación ya que pasamos de vertiente sur a norte.
 
 
Cruz Cubierta.

 
Vistas de San Cosme.

 
Por la senda ya en las proximidades del eremitorio.
 
 
Durante la misa.
 
 
En procesión.
 
 
En procesión.
 
 
En procesión .
 
En procesión .
En procesión .
En procesión .
En procesión .
En procesión .
En procesión .
Despedida de las cruces
La tradicional paella de Angel Arellano.
Durante la comida.
 

Chirrían los goznes al abrir la diáfana verja al amanecer, dejando el paso libre a los romeros que acuden puntualmente al eremitorio en su cita anual, cada pueblecito con su bruñida cruz erguida, día de reencuentro con el lugar, momentos de gastar buena conversación con los vecinos, manos tendidas que se funden en un cálido saludo tras el tiempo trascurrido esbozando una sonrisa en sus semblantes, momentos de orar en este enclave que emana misticismo. Romeros que descienden por el tortuoso camino, hasta llegar a la ermita, que busco el mimetismo al abrigo del pétreo macizo, en un recoveco del nacimiento del acantilado, mas la belleza del paraje trunco su anonimato. La azulada Predicadera , el altanero farallón del huevo de San Cosme, el espejo de Vadiello, el abrazo de la Sierra, presagian la belleza del santuario. Los primeros dorados rayos solares se asoman con timidez reverberándose en el espejo de Vadiello, en las bruñidas hojas de la vegetación, en las bruñidas panzas del acantilado tras la parca lluvia primaveral. Visitar la fuente Santa, tomando un frugal refrigerio, fontana cuyas aguas sanadoras alimentan la devoción de los romeros.
Recorrer con la mirada las panzas del vertiginoso acantilado con sus recovecos, en alguno de ellos las cabriolas de alguna cabra retiene nuestra atención, finalizando el altanero viaje visual en la fachada del eremitorio, contemplando la hornacina que llora su soledad, el reloj de sol que marca las horas con el saludo del astro rey, la portalada de la ermita…...En su sombrío interior se escucha un cántico de agradecimiento bajo la austeridad de la fría roca, se filtran algún destello solar dejando en penumbra la estancia, una parca fontana mana aguas milagrosas.
Chirrían los goznes de una verja al atardecer que se cierra hasta el año siguiente.
Din, don, dan tañe la enmudecida campana en San Cosme y San Damián en el recuerdo de las personas mayores.

Por J. Mariano Seral

 
 
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